
En ‘Un reflejo de Swann’ – extenso relato escrito a la manera de Proust por Andrés Salamanca – el deseo y las búsquedas del amor plantean en el protagonista y narrador dos viajes sin retorno ni estación de llegada. Este andar paisajes del norte de Colombia, en contraste con lugares del altiplano andino, es con certeza la espina dorsal de la narración y lo que le brinda una lógica.
A la par con el recorrido quien lee esta prosa poblada por los usos propios de Proust – extensas digresiones, metáforas dilatadas que se entrelazan entre sí para brindar una idea del carácter voraz de toda experiencia temporal; entre muchos otros -, encuentra una voluntad narrativa cercana al ensayo, sobre todo a la reflexión estética. Práctica acuñada por Proust, como se sabe, y plena en su realización dentro de la novelística centroeuropea que le es más familiar ( Broch, Musil). Al servirse de este propósito estilístico, el autor de ‘Un reflejo de Swann’ consigue mostrar el valor del periplo propuesto por el anhelo del cuerpo femenino y por la infatigable quimera del afecto correspondido, relacionándolos con prismas de la condición humana en su sentido perceptivo. Así, por ejemplo, la espera del arribo de la mujer querida se convierte en una meditación acerca de la interpretación musical y de la escucha de sonoridades sinfónicas o pianísticas. Ninguna anécdota del relato pasa desapercibida para el lente proustiano, y le es entregada a quien lee entre un tamiz amplio y examinado con minuciosidad.
Andrés Salamanca explora las sinuosidades de los sentimientos y las emociones. Y nos entrega un texto con particular densidad para proponer preguntas que siempre se formulan los lectores del autor de ‘En busca del tiempo perdido’: ¿Cuál es el límite estético demarcado por el deseo y por el amor? ¿Volvemos de continuo a nuestras exploraciones vitales, también artísticas, o las abandonamos sin notarlo?
‘Un reflejo de Swann’ es la ópera prima de su autor. Ha sido publicada por la editorial independiente Garcín.